Tusi, búnkers y un Estado que retrocede: cómo se consolida una nueva generación de narcos
Por Martín Méndez
Como periodista veo siempre la misma foto: jóvenes sin salida económica que encuentran en el narcomenudeo una promesa —falsa— de futuro. Lo que cambió en los últimos años no es sólo la droga: es la forma de operar. El ministro de Seguridad bonaerense habló de una “nueva generación de narcos” que ya no sostiene el viejo mapa territorial, sino que se organiza por redes, laboratorios caseros y búnkers que concentran poder y miedo.
En esa lógica entra el negocio del “tusi” —la llamada cocaína rosa—: laboratorios improvisados, insumos químicos, y una cadena de venta al menudeo que inyecta efectivo rápido a quienes antes sólo tenían trabajo informal o ninguna oportunidad. La PSA desarticuló recientemente un laboratorio dedicado a su elaboración, lo que confirma la expansión de este mercado en el AMBA.
Pero no alcanza con perseguir laboratorios: hay una pieza política. En un contexto donde el Estado anuncia recortes y achiques estructurales —con medidas que buscan reducir el tamaño de la administración pública—, los espacios de protección social y empleo se estrechan. Esa retracción deja a muchos jóvenes más expuestos al reclutamiento por bandas que ofrecen dinero, identidad y, sobre todo, impunidad en barrios donde el control social se debilitó.
Los relatos de violencia son el otro pilar del poder narco: videos, “búnkers tomados a sangre y fuego”, y el uso de mujeres y adolescentes como engranaje para sembrar temor y consolidar estatus dentro de la organización. Esa crueldad no es un accidente: es una estrategia. El terror funciona como moneda de cambio para imponer territorios y silenciar a testigos.
No hay soluciones mágicas: desarticular una red exige inteligencia policial, políticas de reducción de daños, inversión en empleo juvenil, educación y programas que ofrezcan alternativas reales. Si la Argentina opta por un Estado más chico sin redes de contención, será ingenuo creer que el problema se resolverá solo. La historia muestra que donde disminuye la oferta de oportunidades legales, la oferta ilegal se expande.