UNLAM: El desafío de garantizar la educación en tiempos de pandemia
Las universidades fueron una de las numerosas instituciones que debieron adaptarse a los drásticos cambios impuestos por la pandemia del covid-19, principalmente, cuando el gobierno nacional dispuso el 20 de marzo de 2020 el aislamiento social obligatorio que derivó en una extensa cuarentena que impactó en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), a dos semanas del inicio de clases y ante la imposibilidad del dictado presencial, debió implementar en tiempo récord un sistema educativo a distancia que incluyera a los más de 40 mil estudiantes inscriptos para iniciar el primer cuatrimestre pero también a los docentes que debían impartir el contenido de sus asignaturas.
La pandemia modificaba de forma repentina la arraigada costumbre de la clase en el aula y la interacción entre los alumnos entre sí y con los docentes, lo que obligó a la universidad a mejorar su plataforma informática para el dictado de las clases virtuales, a la que tuvo que sumarle otras herramientas para que los docentes pudieran dictar sus clases.
En tal sentido, la nueva realidad requirió “adaptar la capacidad de los servidores y del flujo de datos, incorporar nuevas herramientas tecnológicas como Microsoft Teams, que sumó la posibilidad de realizar videoconferencias, grabar las clases y brindar capacitación a docentes que, en un 70 por ciento, no solían tener contacto con estas plataformas”, explicaron desde la UNLaM mediante un informe publicado en la revista Avances.
Muchas de estas tareas fueron responsabilidad de la Dirección de Pedagogía Universitaria a cargo de Jorgelina Monti, que calificó el desafío como una “verdadera socialización del conocimiento que estrechó los lazos y la colaboración del capital humano de la universidad. Así nacieron experiencias como los podcast, videos y otros formatos que se volvieron parte de la cursada en distintas cátedras.
El secretario Académico de la UNLaM, Gustavo Guek, sostuvo que la pandemia obligó a que “todas las áreas de la UNLaM tuvieran continuidad de manera digital, incluso las encargadas de hacer un seguimiento de las dificultades por las que puede atravesar el alumno en relación con su contexto familiar, como las tutorías y talleres de técnicas de estudio”.
Un dato que refleja la adaptación a la nueva realidad es que, durante el año pasado, 18.500 personas se inscribieron a los talleres de orientación vocacional, recibieron el material de trabajo digitalizado y tuvieron un seguimiento personalizado por parte del equipo pedagógico de la universidad, de forma gratuita, a través de plataformas digitales.
Duek, asimismo, explicó que durante el primer cuatrimestre de 2020 “el 73% de los estudiantes completaron satisfactoriamente su cursada, un porcentaje que superó el promedio de otros cuatrimestres presenciales, que rondaron el 60%, por lo que la universidad pudo sostener la formación”.
En la segunda parte del año, en tanto, se inscribieron 60 mil alumnos, entre estudiantes regulares e ingresantes y además se registró una deserción menor a la de años anteriores, según explicó en el informe el rector de la UNLaM, Daniel Martínez.
En tal sentido, Monti sostuvo que la obligada experiencia les permitió adquirir “una gran cantidad de herramientas digitales, pedagógicas y de trabajo en red que llegaron para quedarse, por lo que la experiencia educativa de 2020 dejó una base para la planificación de una oferta académica que se sustente n la educación a distancia”.
“Considerar la incorporación de clases que combinen lo presencial y lo virtual nos abre una perspectiva en una situación que ya era acuciante, como lo es la cuestión del espacio físico para un alumnado en constante crecimiento”, reflexionó Duek.
El consenso generalizado en el ámbito de las universidades es que el escenario de virtualidad obligatoria aceleró un proceso de transformación del aula y de la forma de brindar y acceder a la educación.