sábado, abril 20, 2024
COLUMNA DE LEONARDO NÚÑEZ

Desigualdad e incentivo escolar en un marco de pandemia: aproximaciones

Por Lic. Leonardo Núñez

Así como los diversos aspectos que forman parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la Argentina, teniendo en cuenta tanto cuestiones en materia didáctica y pedagógica, como también vinculadas a la infraestructura de las instituciones educativas, forman parte estructural de las cuestiones que se abordan en los objetivos establecidos por parte del Ministerio de Educación y de los gobiernos de turno, también la posibilidad de acceso y la situación particular de cada estudiante resulta determinante respecto del alcance de dichos objetivos. En este sentido, deben tenerse en cuenta varias aristas que resultan propias de análisis.

Cuando se habla de ‘inclusión’ o desigualdades educativas, entre otros aspectos, no sólo deben tenerse en cuenta las posibilidades en términos de acceso a las instituciones y a las herramientas necesarias para llevar adelante de la mejor manera el proceso propio del ciclo lectivo, sino que también resultan indispensables factores vinculados a la socialización primaria y al capital cultural adquirido, temas que han sido abordados por diversos autores tanto en sociología como en otras disciplinas, entre otras cuestiones. Y es aquí donde, en medio de un marco de pandemia, las desigualdades se potencian. En este sentido, también las subjetividades de los estudiantes y sus incentivos se ven impactados.

Para que un estudiante, un sujeto, pueda desarrollarse en los distintos aspectos vinculados a ‘lo esperable’ en materia social, para que pueda cumplir con las responsabilidades del día a día y crecer tanto respecto de la experiencia como de los conocimientos adquiridos en materia educativa, necesita de un incentivo, pero no entendido este como un objeto material en particular, sino como producto del apoyo tanto por parte de su entorno como de la institución educativa a la que accede, lo cual le generará una estabilidad y un marco de contención necesario para atravesar sus etapas como educando.

Es así que, si los ‘vicios’ propios de los modelos que reproducen la desigualdad educativa en términos de los puntos de partida ‘reales’ de cada estudiante, es decir, marcados por el capital cultural adquirido y la socialización primaria mencionados anteriormente, conspiran habitualmente contra una verdadera inclusión, que no sea solo desde el acceso, y ello, por supuesto, se traduce en falta de incentivo ante las necesidades económicas y básicas, en muchos casos, entonces en un marco de pandemia, donde aún resulta más determinante el acceso a las herramientas tecnológicas, entre otras cuestiones, y donde las economías de muchos hogares se ven ‘ajustadas’ ante la imposibilidad de trabajar como antes de los confinamientos,  los conflictos vinculados a la falta de interés respecto de la escuela, a la falta de incentivo y de ‘energía psíquica’ para cumplir con las responsabilidades propias de ello, se ven potenciadas, y de allí no solo los bajos rendimientos sino también la marcada deserción escolar, entre otras aristas.

Por otro lado, si bien el avance de las vacunas resulta un factor clave para terminar con la pandemia, no es menos cierto que la misma aún sigue vigente, y con ello se corre el riesgo de naturalizar ciertos aspectos vinculados a lo cotidiano. Al respecto, en materia educativa, la incertidumbre respecto de los avances y retrocesos en relación a la presencialidad en las escuelas, lleva a una inestabilidad que también impacta en los estudiantes, quienes de alguna manera deben adaptarse a las adecuaciones que hacen los docentes en función de cumplir con los programas de sus asignaturas, con cambios en los modos de evaluar, en las consignas, en los materiales de estudio, en la utilización parcial de las plataformas digitales propias de cada institución, entre otras cuestiones, y ello también repercute en los incentivos, en términos de que genera mayor resistencia en muchos educandos, lo cual es comprensible teniendo en cuenta que los mismos se encuentran en etapas de plena construcción de las subjetividades, lo cual, como bien saben los profesionales de la psicología, acarrea diversos conflictos psíquicos, sobre todo en adolescentes, propios de dichas construcciones.

En este sentido, resulta de vital importancia analizar las variables que impactan en los hogares y entornos de los estudiantes, con acompañamientos que impliquen miradas transversales, con gabinetes psicopedagógicos, docentes, directivos y profesionales de distintas áreas que tengan en cuenta los impactos que se observan más aún en un contexto de pandemia. Los enfoques multidisciplinares y la concientización acerca de lo que atraviesan los estudiantes en su día a día, como también la formación y actualización constante de conocimientos y herramientas pedagógicas por parte de los profesionales de la educación, aumentan las probabilidades de abordar de una mejor manera cada situación particular de los educandos. Así mismo, por supuesto, las políticas públicas y los marcos reglamentarios juegan también papeles relevantes.