sábado, noviembre 23, 2024
HISTORIAS DE LA HISTORIA DE RAMOS

Hace 58 años, Ramos Mejía se convertía en ciudad

El crecimiento de la actividad industrial a partir de los primeros años de la década de 1940 comenzó a transformar la fisonomía de Ramos Mejía, hasta entonces un tranquilo pueblo propicio para el descanso, aunque dos décadas más tarde se convertiría en uno de los centros urbanos más pujantes de la zona oeste del conurbano bonaerense. 

Eduardo Giménez, en el libro Aquel Ramos Mejía de Antaño, reflejó el incremento constante de la población que justificaba jerarquizar al pueblo con la denominación de ciudad.

En 1960 Ramos Mejía contaba con 600 mil habitantes, en tanto, para 1970 llegaba a los 100.630.

Por eso, no resultó extraño que en 1964 el senador provincial Oscar Prego, vecino de la localidad, presentara en la Cámara alta bonaerense un proyecto de ley para que se otorgara categoría de ciudad a Ramos Mejía. La iniciativa se convirtió en la Ley provincial Nº 6.802, que fue sancionada el 17 de setiembre de 1964, promulgada por el Poder Ejecutivo bonaerense cuatro días después y publicada en el Boletín Oficial el 28.

“La citada norma legal fue recibida con justificada satisfacción y se resolvió crear una Comisión de Festejos, presidida por el señor Emilio Parodi. En los primeros días de noviembre de 1964 se realizaron varios actos públicos celebratorios, que tuvieron una entusiasta adhesión popular, con gran concurrencia de vecinos. Se contó con la presencia del vicepresidente de la Nación, doctor Carlos H. Perette, del gobernador de la Provincia, doctor Anselmo Marini y de autoridades locales”, escribió Giménez.

El comienzo de los setenta encontró a Ramos con un crecimiento exponencial de la actividad comercial plasmada en la apertura constante de locales en la zona céntrica, acompañada por un boom edilicio mediante las construcciones de edificios de más de veinte pisos, lo que le dio la fisonomía que la caracteriza hasta la actualidad.

El crecimiento trajo consigo un aumento del tránsito vehicular, que en las horas pico en la zona céntrica, ya en esa época, se tornaba caótico, por lo que el Municipio comenzó a colocar semáforos en los puntos neurálgicos.

Giménez, rescata un fragmento del texto del periodista y escritor Roberto Arlt en Ramos Mejía se está infectando de modernismo. “Varias galerías comerciales se habilitaron en el radio sur de la zona próxima a la estación, junto a algunos supermercados, vidrieras muy bien iluminadas y letreros fluorescentes, así como modernas confiterías y locales de diversión nocturna. Luces de neón y focos de mercurio completan el panorama que da al lugar la fisonomía de una pujante ciudad”. 

Cincuenta y ocho años más tarde, la ciudad no dejó de crecer mediante la llegada de los servicios públicos esenciales, con un centro gastronómico importante, pero también, con todas las complejidades que padecen en la actualidad los centros urbanos que componen el Gran Buenos Aires.