lunes, abril 29, 2024
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“Problemas personales”, uno de los principales motivos de consumo de drogas para los adolescentes

(Por Ornella Rapallini) Los “problemas personales” son uno de los principales motivos de consumo de sustancias psicoactivas para la población adolescente y, un 80%, se siente “poco o nada” escuchada por los adultos, advirtió la titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Argentina (Sedronar), Gabriela Torres.

“¿Por qué los jóvenes consumen?”, interpeló Torres y respondió: “Son hijos de una sociedad acostumbrada a consumir un montón”.

En todas las provincias de la Argentina, lo que más se consumen son las drogas legales. En primer lugar, bebidas basadas en alcohol, después medicamentos sin receta -automedicados- y tabaco, puntualizó. Y, entre las ilegales más consumidas están la marihuana, cocaína y pastillas.

“Hay una estrategia de intervención que no va a dar resultados si los jóvenes no ven que toda la sociedad acostumbra a consumir para tapar todo lo que le pasa”, añadió la funcionaria.

“Este es un problema que atraviesa a todas los sectores sociales y a todas las edades –aclaró- porque pareciera siempre que es un tema de jóvenes de sectores populares y ahí hay un estigma enorme”.

Pablo Cymerman, presidente de la Asociación civil Intercambios, orientada al estudio y atención de problemas relacionados con las drogas desde hace 26 años, también dijo a Télam que “los consumos problemáticos y no problemáticos se dan en todas las edades” y subrayó que a nivel de salud pública “nuestro mayor consumo es el de alcohol”.

En tanto, señaló que “hay cuestiones de género que atraviesan estas problemáticas que agudizan los problemas, porque la práctica de consumo de sustancias en mujeres es más oculta porque en muchos casos temen a que quieran separarlas de sus hijos aunque este consumo no sea problemático”, explicó quien también es psicólogo y docente.

En cuanto a las juventudes, añadió que “hay un estereotipo que vincula a las drogas ilegales a una cierta oposición a la sociedad, lugar que se le ha dado a les jóvenes, pero esas homologaciones no hacen más que reforzar estereotipos y respuestas punitivas, cuando en realidad sabemos que muchas veces el consumo de sustancias tiene más que ver con poder no oponerse, sino adaptarse, a ciertos imperativos sociales que nos va exigiendo la sociedad capitalista en la que nos movemos”. 

En ese aspecto, destacó que “se ve en distintas situaciones laborales que las personas recurren a ciertos psicofármacos para soportar situaciones de tensión, estrés y a veces maltrato, o para poder rendir en algunas situaciones o para poder pertenecer en ciertos grupos”. 

Ana (40) es profesional de la salud y se encuentra en tratamiento para la deshabituación de consumo de drogas, entre ellas alcohol, cocaína y marihuana, asistida por la Fundación Aylén, ubicada en la localidad bonaerense de Vicente López desde 1994 que trabaja en convenio con la Sedronar.

“Con la cocaína yo me anestesiaba el alma y las emociones para producir más”, comenzó contando la mujer que prefiere preservar su identidad, a Télam. “En el momento no sentía más sufrimiento, después tenía bajonazos terribles, y ahí viene devuelta las ganas de consumir”, completó.

Ana llegó a la institución luego de ser asistida por la Sedronar. En la actualidad se encuentra en la etapa final de su tratamiento, pero recordó que cuando llegó, hace siete meses luego de una recaída, estaba “desesperada”. Su condición laboral como monotributista no le permitía tomarse licencia por enfermedad o psiquiátrica. 

“Aunque sabía que necesitaba internación, no tenía las condiciones laborales necesarias para acceder a ello”, porque “si no trabajaba no cobraba, tenía que desarmar mis obligaciones en pos de salvar mi vida y me deterioré mucho en mi salud al tener que esperar, o intentar salir sola”.

El estigma en su caso, al ser profesional de la salud, hizo que demore en solicitar asistencia, remarcó, y lamentó: “Si hubiese pedido ayuda antes, hubiera sido todo mejor. Llegué a situaciones muy extremas de riesgo de vida, ojalá nunca hubiese probado esto, no hay que probar todo, hay cosas que no valen la pena”.

“El consumo está en todas las áreas, de todos los estratos sociales”, aclaró al igual que Torres.

En Aylen conoció a otras personas en situaciones similares, y lo que observó es que muchas de ellas “tuvieron una infancia complicada o con muchas exigencias”, en su caso particular dijo además que fue “poco cuidada” de niña: “Tenía que cuidar a mi hermano con 10 años, con maltrato psicológico, de hecho me echaron de mi casa cuando me enfermé por el consumo”.

En el mismo sentido, el director de la institución, Fabián Tonda, remarcó también que “hay muchísimos problemas con el alcohol que recrudecieron con la pandemia de coronavirus en la franja etaria entre los 50 y los 60 años de personas que han estado incluidas socialmente toda su vida y que antes no llegaba a tratamiento”. 

Esto, explicó, se vinculó a que las estructuras sociales servían como espacios de contención: “una persona que iba todos los días a trabajar a una oficina, esa situación le servía de límite para dejar de tomar en determinada hora o momento” y “lo que hizo la pandemia es desestructurar y aumentar el consumo de alcohol, algo que estaba latente apareció de manera contundente, hoy hay un montón de demanda de esa franja”, detalló el directivo.

En Fundación Aylen acompañan las personas a las que les cuesta tener un vínculo con la salud a que “mejoren su calidad de vida”, y en su opinión “hay una buena respuesta de la Sedronar”, y aunque falta presupuesto, “hay bajada a territorio y cuanto más baja más demanda aparece”, concluyó Tonda.

Desde la Sedronar, Torres advirtió que la pandemia “trajo consecuencias en la necesidad de soportar y creció el consumo” de sustancias y según el Observatorio de Drogas de la Unión Europea, “de todas las sustancias se consume más”.