Ramos Mejía tiene su “monumento a la desidia”: la obra inconclusa del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento
La estructura de chapones montada sobre la Avenida Rivadavia y Bolívar que bloquea el acceso peatonal a la estación de ferrocarril de Ramos Mejía se convirtió en un “monumento a la desidia”.
Las promesas incumplidas por los gobiernos nacionales desde 2006 hasta la actualidad dejaron como consecuencia una obra trunca que, en lugar de solucionar la vida cotidiana de los habitantes del corredor oeste del Gran Buenos Aires, la empeoró.
Los chapones invaden parte de una mano de calle e impide la libre circulación del tránsito con los innumerables inconvenientes que ocasiona. Por otra parte, hay quejas permanentes de vecinos por la inseguridad que genera en torno al antiguo acceso peatonal ahora bloqueado, con la consecuente basura que se acumula y que se convierte en un foco de enfermedades en época de pandemia.
Además, el “monumento a la desidia” impide que se vea la fachada de uno de los pocos edificios históricos que conserva la ciudad: la Casa de la Estación.
Desde fines de enero de 2019 la obra se paralizó por completo, lo que hizo imposible que se cumpliera con la promesa inicial de inaugurarla en 2022.
Hace pocas semanas terminó una auditoría encargada por el Ministerio de Transporte de la Nación a la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM) para evaluar el estado de situación de la obra y revisar los contratos. Los resultados serán revisados por una comisión evaluadora ya conformada que forma parte de la Unidad de Soterramiento del Sarmiento para determinar el mejor camino para seguir, aunque se desconocen los plazos en los que efectuará una recomendación.
Los primeros anuncios para la construcción del soterramiento se efectuaron en 2006, momento en el que se realizaron las primeras preadjudicaciones, pero recién en 2012 desde el gobierno nacional se aseguró que se contaba con un financiamiento de 3.000 millones de dólares de parte del Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES) de Brasil.
El flujo incesante de formaciones sobre las vías del Sarmiento transformó en una odisea cruzar los pasos a nivel en los horarios de mayor tránsito, con el peligro de accidentes que ocasiona. Estos factores, junto a otros, volvieron imperiosa la búsqueda de una solución.
El proyecto del soterramiento preveía que las formaciones circularan a 22 metros de profundidad a lo largo de dos túneles de 17 kilómetros de extensión. A su vez, la instalación de puentes y túneles terminaría de eliminar los pasos a nivel a lo largo del ramal que atraviesa seis municipios del oeste del Gran Buenos Aires y de CABA.
La reducción de accidentes, la revalorización de sus inmuebles y la creación de espacios verdes en las zonas que aún son ocupadas por rieles y barreras serían algunas de las ventajas más evidentes.
Argentina compró la tuneladora necesaria para abrirle camino subterráneo al tendido férreo: se trata de una máquina alemana que llegó en 2011 al puerto de Zárate y que, a través de un obrador de 11 hectáreas armado en la estación de Haedo, bajó a empezar su recorrido a mediados de 2012.
La obra comenzó, pero como muchos megaemprendimientos impulsados por los gobiernos a lo largo del tiempo se encuentra paralizada y sin fecha de continuidad. Mientras tanto, el obrador en la estación Ramos Mejía se convirtió en un nuevo “monumento a la desidia”.