jueves, octubre 3, 2024
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Aumentaron los casos de sífilis en la región y hay unas 4,5 millones de personas con la enfermedad

La sífilis y sífilis congénita, una infección de transmisión sexual que puede transmitirse de la madre al feto con posibles efectos devastadores, aumentó en las Américas, alertó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que estimó en 4,6 millones de personas las que tienen esta enfermedad en la región, según la revisión epidemiológica lanzada en junio por ese organismo.

En 2020, los países de las Américas informaron de 29.147 casos de sífilis congénita y las cifras preliminares para 2021 indicaron más de 30.000 casos de esta infección trasmitida de la madre al niño.

“El número de personas afectadas sigue siendo inaceptablemente alto para una enfermedad que ya no debería existir”, afirmó Marcos Espinal, subdirector interino de la OPS, citado en un comunicado, insistiendo en que existe tratamiento y su costo es accesible, según la agencia AFP.

La sífilis puede causar afectaciones neurológicas, cardiovasculares y dermatológicas en los adultos y transmitirse durante el embarazo, “algo que puede provocar aborto espontáneo, muerte fetal o poco después del nacimiento, prematuridad o discapacidades graves en los recién nacidos”, advierte la OPS.

En 2016 la Asamblea Mundial de la Salud fijó la meta de reducir los nuevos casos de sífilis en un 90% entre 2018 y 2030, y los nuevos casos de sífilis congénita a menos de 50 por cada 100.000 niños nacidos vivos.

Actualmente la incidencia de sífilis congénita en la región es de 200 por 100.000, es decir muy superior a este objetivo.

“Debemos testear a todas las mujeres en la primera consulta antenatal, antes de la semana 20 y en el tercer trimestre del embarazo, y tratar en forma inmediata con penicilina a las positivas, así como a sus bebés, para evitar la trasmisión”, recomendó Rodolfo Gómez Ponce de León, asesor regional en salud sexual y reproductiva de la OPS, citado en el mismo comunicado.

La Revisión epidemiológica de la sífilis de la OPS muestra que en América Latina solo al 59% de las embarazadas se les ofreció una prueba para detectar la enfermedad en 2020.